"El olvido está lleno de memoria." Memorial de Villa Grimaldi
El cine documental y su desarrollo en Chile, como en otros países del continente, ha estado estrechamente vinculado a la historia cultural y política. De hecho, podríamos hablar de una historia visual de la memoria histórica, de sus quiebres y continuidades y las formas en que se ha ido perfilando a través de la trayectoria del documental. En el ámbito de la visualidad, el documental ha tenido un rol fundamental, particularmente, a partir del desarrollo del nuevo cine latinoamericano y la afiliación que éste realiza entre estética y política para un cine que se concibe no sólo distinto al de Hollywood sino resistente a los modos de representación hegemónicos de la industria.
La tortura femenina y su visualización
En el caso de Chile sus cultores lo destacan como un vehículo de crítica y transformación social. Dentro de esta tendencia en la producción del documental independiente surgido en la década de los ochenta y noventa como consecuencia de la introducción del formato Umatic (1) se ubica la obra de la videoasta Gloria Camiruaga. Su trabajo audiovisual se caracteriza por un marcado interés social donde se iluminan una amplia gama de temas culturales y sociales desde una perspectiva de género. Este artículo se propone analizar uno de los documentales (La venda, 2000) que realizó Camiruaga durante la postdictadura, periodo de consolidación de la democracia neoliberal en Chile y de la cultura de mercado. El documental despliega un imaginario atravesado por el autoritarismo patriarcal en medio de la cultura urbana, encarnada en la ciudad de Santiago, donde a la par de modernas edificaciones y largos paneos aparece una ciudad segmentada entre la prosperidad y la pobreza, los vestigios de un mundo rural y otro globalizado junto a una memoria histórica del abuso y la tortura. A través de un conjunto heterogéneo y disímil de imágenes y sonidos que combinan planos largos y medios de eventos y prácticas cotidianas citadinas y rurales, los testimonios de diez mujeres que fueron torturadas conforman el centro discursivo del documental y la memoria de un injusto y doloroso pasado. De este modo, Camiruaga introduce la contradicción de la barbarie y la violencia ejercidas por el estado militar sobre mujeres militantes develando que la modernidad urbana y la supuesta civilidad de la sociedad chilena son más bien fachadas que esconden la violencia de género y la impunidad.
El crítico brasilero, Paulo Antonio Paranaguá reitera en su exhaustivo estudio, "Orígenes, evolución y problemas," que en Latinoamérica existe una escuela documental que ha sido poco reconocida por la historiografía especializada anglosajona y prácticamente desconocida por la "versión predominante de la historia," (16) señalando así, algunos de los peligros de discontinuidad que amenazan al género documental desde sus orígenes. En América Latina, de acuerdo a la periodización de Paranaguá, a partir de la década de los setenta existen diversas tendencias que convergen en una suerte de movimiento cultural donde el documental, con el desarrollo de nuevos medios y...
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